TRAMO 4: ALCUDIA- CAMPO DE CALATRAVA
ETAPA 5: FUENCALIENTE- MINAS DE HORCAJO


Esta etapa tiene de longitud 35km, para aquellos que utilicen la bicicleta en esta etapa ofrece algunas dificultades, por ejemplo algo que sucede en su primer tramo en la senda que desciende hacia la hoya del río Cereceda y la cueva de La Batanera, que es preciso hacer a pie. También la subida desde ka N-420 hasta la ruta principal es especialmente dura. Fatigas que son ampliamente compensadas por el extraordinario entorno, descubriendo algunos de los rincones más excepcionales de la sierra Madrona y el valle de Alcudia: el caserío de Fuencaliente, las pinturas rupestres de La Batanera y Peña Escrita o los restos de las antiguas explotaciones mineras de Horcajo.

Fuencaliente 

Tiene fuente, balneario y una patrona que es la Virgen de los Baños.
A ello debe su existencia esta pequeña localidad de vivo encanto, encaramada en un pliegue de a sierra. Dice la leyenda que de regreso a su casa de la aldea de Cabezarrubias, allá por 1270, un soldado sarnoso curó su mal tras tomar un baño en la charca del manantial. El caso es que mientras se bañaba vio una imagen de la virgen que no dudó en echarse al morral.

Ya en Cabezarrubias, quiso enseñársela a sus paisanos, pero la imagen había desaparecido como por encanto. Ni corto ni perezoso volvió al manantial para recuperarla.
De nuevo en Cabezarrubias, al echar otra vez mano al morral resultó que la imagen tampoco aparecía. Por tres veces repitió la operación y la Virgen regresaba al manantial con una tozudez que se tuvo por milagrosa. Propagada la historia, los vecinos la bautizaron como Nuestra Señora de los Baños, y levantaron una ermita en su honor. No había pasado el medio siglo y la afluencia de la gente que acudía a venerar la imagen y remediar sus males con los barros de la charca era tan grande que el Maestre de Calatrava, Pedro Muñiz de Godoy, decidió fundar Fuencalda en 1314. Por la festividad de la Virgen, se mostraba a los fieles una cabeza que se atribuía a unas Once mil Vírgenes, la cual todos, con gran devoción, querían tocar.

La actual iglesia de Fuencaliente, levantada sobre el solar de la ermita, mantiene el sentido de la primitiva: el agua del manantial nace en la parte inferior del templo y es conducida, pasando por el altar mayor, a la alberca que está debajo del camarín de la Virgen. En realidad, las fuentes termales son cuatro: venero caliente -el que emerge en la iglesia-, venero templado, venero de las pilas y venero frescuelo. La temperatura oscila entre los 63’5 grados del venero caliente y los 33 grados del frescuelo. Junto a la iglesia se encuentra el balneario de agua ferruginosa bicarbonatada, declarada de utilidad pública desde 1869. Con la desamortización un particular adquirió el terreno contiguo a la iglesia y levantó el establecimiento termal. En pleno apogeo, hacia 1861, se acercaba a Fuencaliente para tomar las aguas la nada despreciable cifra de 1727 bañistas. 

Además De sus celebradas aguas, Fuencaliente es un pueblo de gran valor ambiental, con retorcidas calles en cuestas. Y aunque poco a poco va despareciendo la arquitectura tradicional, todavía quedan buenas muestras y rincones llenos de encanto. El mirador de la Cruz es un magnífico observatorio del pueblo y su entorno. Afortunadamente de la fuente del Compadre mitiga el esfuerzo de la subida y la bajada. Más accesible está la plaza del Mirador.


Hacia Minas de Horcajo

Salimos de Fuencaliente por el lado derecho del Ayuntamiento y subimos durante 1km hasta llegar al antiguo depósito, junto al que hay instalado un aparcamiento. Aquí tomamos el camino que asciende entre olivos , chaparros y alcornoques. El paseo en este inicio de la etapa resulta francamente estimulante, al abrigo de la cresta rocosa de sierra Madrona. Cuando llevamos recorridos 1’2km sale a la derecha el primer ramal de la ruta, que nos llevará hasta las pinturas rupestres de Peña Escrita y La Batanera. El camino desciende de forma pronunciada entre frondoso arbolado hasta ponernos en el hotel Sierra Madrona, junto a la N-420. Se sigue esta carretera hasta Fuencaliente y a 200m marca un indicador el camino hacia las pinturas. A la altura del campo de fútbol se encuentra otra señal que indica hacia La Batanera.

Apenas a 2km, al pie del cerro Arrayanes, una corta senada baja de forma muy pronunciada hasta la espléndida hoya del río Cereceda. Bajo el frondoso arbolado, un puente de madera y metal nos coloca frente al abrigo de la pared rocosa que conserva las famosas pinturas esquemáticas. El paraje es magnífico. Por si faltara algo, aguas abajo el río se precipita en cascada por una cortada vertical, en lo que se conoce como la Chorrera de los Batanes.

Las pinturas de la Batanera fueron declaradas monumento nacional a pesar de su deficiente estado de conservación, debido a la humedad de la roca y al vandalismo.
Son 3 conjuntos de pinturas, 41 figuras en total, con motivos antropomorfos, líneas onduladas y círculos. Cumplida La Batanera, el sendero nos lleva en 1’5 km hasta la pista asfaltada que sube a Peña EscRita. Apenas 800m por ella y llegaremos al pie de la sierra de Hornilleros. Una corta senda lleva hasta el murallón cuarcítico de paredes quebradas donde se alojan las pinturas de Peña Escrita, el conjunto rupestre esquemático más visitado de Ciudad Real. Y el mejor conservado, ya que mantienen el color originario con bastante intensidad. Es, sin duda, uno de los yacimientos de arte rupestre más importantes del mundo: 104 figuras distribuidas en 8 paneles con parejas de hombre y mujer, animales, soles y motivos ramiformes.

Tanto estas pinturas como el resto de las de la zona fueron descubiertas en 1783 por Francisco José López de Cárdenas, cura párroco de la vecina localidad de Montoro, en la provincia de Córdoba.

A este verdadero pionero se deben las primeras copias de pinturas esquemáticas de la Península, y probablemente del mundo.

Hay quien sostiene que fue en este recóndito lugar donde se sitúa la penitencia de don Quijote. Y que le impresionaron las enigmáticas pinturas de la peña:”¡ Oh vosotros, quien quiera que seáis, rústicos dioses que en este inhabitable lugar tenéis vuestra morada!”
Para reiniciar la ruta hacia Minas de Horcajo basta con descender por la pista asfaltada que lleva nuevamente hasta la N-420 y el hotel Sierra Madrona.

Deberemos subir ahora por la empinada cuesta que bajamos antes para llegar hasta las pinturas rupestres. Reiniciado el camino, nos protege un denso bosque de encinas, alcornoques, pinos y robles por un camino que, a pesar de las continuas subidas y bajadas, va descendiendo hacia la carretera mientras serpentea por la complicada orografía de la sierra. Una cueva con ermita nos saldrá al paso. A 4km de la encrucijada que abandonamos, nos topamos con la N-420, que acompañaremos bajo un tupido pinar por una vía pecuaria que discurre pegada al costado izquierdo de la carretera. Alcanzado el puerto de Valderrepisa, comienza un pronunciado descenso mientras el valle se va abriendo entre nosotros.

Un hermoso espectáculo que se saborea a placer. 

En Valderrepisa hay un yacimiento arqueológico que responde aun poblado fundición romano vinculado a los yacimientos del valle de Alcudia, cuyo centro director era Sisapo. El yacimiento ocupa 10 ha, de las que se han excavado unos 1100 metros cuadrados. Está datado entre mediados del siglo II y mediados del I a.c. Del material arqueológico obtenido destacan numerosos útiles para la transformación del plomo y la plata.

Unos 100m después de cruzar el río Montoro, se toma el camino de Los Escoriales. Nos rodea un paisaje de dehesa, al pie de la sierra Madrona, en el que se alternan robles y encinas. Abundan los venados y los jabalíes.

Recorridos 4’8 km, un pequeño túnel permite salvar el obstáculo del antiguo tren minero. A 200m sale el camino que lleva a Minas de Horcajo, salvando nuevamente el Montoro e internándonos por la boca del túnel del ferrocarril, que en poco más de 1km, nos lleva a los restos del poblado minero. Un pilar de cemento alberga un botón que acciona el sistema  de iluminación del túnel. Además hace las funciones de semáforo.

Minas de Horcajo vivió sus mejores momentos en la primera década del siglo pasado, cuando de sus minas se extraía plata y plomo. El poblado está situado en un estrecho valle con pinos, acogotado por la trocha de la vía del AVE, que sale de un túnel a escaso metros del pueblo. Del antiguo esplendor minero apenas quedan en pie algunas dependencias, la iglesia y las torres de un par de pozos. Sin embargo, en tiempos el poblado minero llegó a disponer de hospital, farmacia, escuelas, cooperativa de consumo y sociedades de socorros mutuos. Habia también una iglesia dedicada a San JUAN Bautista que se mantiene en pie. En su máximo apogeo contó con 554 casas y 1876 habitantes. Ahora, en la zona más cercana al túnel sobreviven algunas viviendas cuidadas por los siete vecinos que se dedican a la ganadería.

Las minas se cerraron en 1911. Aunque volvieron a abrirse en 1951, el desplome del precio del plomo llevó a cerrarlas definitivamente en 1963. En Minas de Horcajo hay un aparcamiento vinculado a este tramo de la ruta.


Minas del Horcajo, a principios de 1900